Alquimia Sinfónica: La música entre sortilegios
Orquesta Sinfónica Nacional
Variado programa que recorre destacadas obras del repertorio romántico y del siglo XX
Bajo la dirección del maestro invitado Maximiliano Burghi, la velada abrirá con la obertura Las Hébridas de Felix Mendelssohn, una de sus composiciones sinfónicas más célebres, inspirada en los paisajes marinos de Escocia. A continuación, se interpretará el Concertino para trombones y cuerdas del compositor neerlandés Jan Koetsier, una pieza poco habitual en las salas de concierto, que brindará al público la oportunidad de apreciar el virtuosismo y la expresividad de la sección de trombones de la orquesta. El Romanticismo francés estará representado por obras de Jules Massenet y Gabriel Fauré, en las que la flauta desempeñará un papel protagónico, aportando lirismo y delicadeza al programa. El concierto culminará con la Suite Aladdin del compositor danés Carl Nielsen, una partitura vibrante y colorida que destaca por su orquestación brillante y su intensidad expresiva.
Programa
| Felix Mendelssohn (Dijon, 1683 – París, 1764) |
Obertura Las Hébridas (Las grutas de Fingal) |
| Jan Koetsier (Dijon, 1683 – París, 1764) |
Concertino para cuatro trombones y orquesta de cuerdas, Op. 115 |
| Gabriel Fauré (Dijon, 1683 – París, 1764) |
Fantasía para flauta y orquesta (Orq.: Yoav Talmi) |
| Jules Massenet (Dijon, 1683 – París, 1764) |
Cantique, de Piezas para pequeña orquesta |
| Carl Nielsen (Dijon, 1683 – París, 1764) |
Aladino, Op. 34 (selección de la suite)
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Director invitado: Maximiliano Burghi
Solistas invitados: Margarita González (flauta) y Cuarteto Uruguayo de Trombones (César Roig, Mario Vega, Maximiliano Paulsen y Yango Cabrera)
El canon musical clásico cuenta con varios compositores que fueron célebres prodigios, sin embargo, pocos igualaron la precocidad de Felix Mendelssohn. Proveniente de una familia burguesa conservadora, Mendelssohn recibió una educación de primer orden, no solo como músico, sino también como poeta y pintor. Este ambiente familiar culto y tradicionalista determinó su camino estético dentro del Romanticismo, el cual se caracterizó por conciliar la claridad de las estructuras clásicas con la sensibilidad romántica.
Alentado por su padre a dejar Alemania y conocer el mundo, Mendelssohn viajó a Londres en julio de 1829 para encontrarse con su amigo, el poeta Karl Klingemann. Ambos decidieron vacacionar en Escocia y conocer las Islas Hébridas en la costa oeste. La misma noche que visitaron la isla de Staffa, Mendelssohn escribió a su hermana Fanny: “Para que entiendas cómo me afectaron Las Hébridas, te dejo esto que se me vino a la mente estando allí”. Adjunto a esta carta, el compositor envió a su hermana un pequeño boceto de 21 compases conteniendo el tema introductorio que conocemos hoy.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
Compositor y director neerlandés, Jan Koetsier inscribe su obra en el panorama neoclásico del siglo XX y dialoga con tradiciones centroeuropeas a través de un lenguaje claro, equilibrado y de gran solidez contrapuntística. Formado en Utrecht, Berlín y Viena, desarrolló una destacada carrera como director —entre otros cargos, en la Radio de Baviera junto a Eugen Jochum— y como docente en Múnich. Su estilo, caracterizado por la transparencia formal, el humor sutil y una profunda musicalidad, combina la herencia clásica con una escritura moderna y directa. Koetsier es especialmente valorado por su aportación al repertorio de instrumentos de metal: sus obras para trombón, trompa y conjuntos de bronces revelan un conocimiento técnico excepcional y una sensibilidad particular por el color y la sonoridad de estos instrumentos, lo que lo convierte en una figura de referencia para intérpretes y compositores del siglo XX.
Escrito en 1982, el Concertino para cuatro trombones y orquesta, Op. 115 es una de sus obras más representativas dentro de ese repertorio. La obra combina virtuosismo y lirismo, alternando pasajes de gran energía rítmica con momentos de escritura coral que explotan las posibilidades tímbricas del conjunto. Con un lenguaje tonal moderno y una estructura formal tradicional, el concertino destaca por su tratamiento camerístico: los cuatro solistas dialogan entre sí y con la orquesta en una textura transparente, demostrando el profundo conocimiento de Koetsier sobre la sonoridad y el carácter expresivo del trombón.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
Gabriel Fauré representa una de las figuras más refinadas de la música francesa de fin de siglo, puente entre el romanticismo y las nuevas sonoridades del siglo XX. Su estilo, de lirismo contenido y armonías sutiles, se distingue por una elegancia natural y una profunda economía expresiva. Aunque es más conocido por su música vocal y de cámara, también dejó valiosas obras para instrumentos de viento solista, como la Élégie para violonchelo (en versión orquestal), la Sicilienne o la Fantasía para flauta, donde se aprecia su dominio del color instrumental y su sentido del equilibrio formal.
Compuesta originalmente para flauta y piano en 1898 como pieza de concurso del Conservatorio de París, la Fantasía para flauta combina virtuosismo y lirismo con la gracia característica de Fauré. En la orquestación realizada por el director y compositor israelí Yoav Talmi, el carácter camerístico del original se amplía con una paleta orquestal transparente que realza las sutilezas tímbricas de la flauta. La obra despliega dos secciones contrastantes: una inicial, de aire libre y declamatorio, donde la flauta canta con elegancia sobre un acompañamiento flexible, y una segunda, más animada, de ritmo ágil y fraseo ligero, que culmina con un brillante final. La Fantasía resume con naturalidad la esencia del estilo de Fauré: equilibrio, pureza melódica y una sensibilidad poética siempre contenida.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
Compositor francés emblemático del romanticismo tardío, Jules Massenet es recordado principalmente por sus óperas, género en el que alcanzó una enorme popularidad gracias a su refinado sentido melódico y su profunda comprensión del drama musical. Obras como Manon, Werther y Thaïs revelan su talento para unir la expresión emocional con una orquestación transparente y un lirismo inconfundiblemente francés. Además de su labor creativa, Massenet fue un destacado pedagogo y profesor en el Conservatorio de París, donde influyó en una nueva generación de compositores franceses, transmitiendo su ideal de elegancia, claridad y sensibilidad poética.
Compuestas en 1901, las Piezas para pequeña orquesta revelan la faceta más íntima de su lenguaje, alejada del dramatismo operístico que lo hizo famoso. Entre ellas se destaca Cantique, una página breve y contemplativa en la que despliega su maestría en la orquestación ligera y su sensibilidad armónica. La obra se caracteriza por un lirismo sereno y una atmósfera casi espiritual, sostenida por una melodía cantabile que fluye con naturalidad sobre un acompañamiento de textura delicada. Cantique resume muchas de las virtudes del estilo de Massenet: equilibrio formal, claridad expresiva y una emotividad contenida que traduce con precisión el espíritu poético de la música francesa de fin de siglo.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
Carl Nielsen fue uno de los compositores más importantes de Dinamarca y una figura clave en la consolidación de una identidad musical nacional. Nacido en una familia humilde, pero musical, comenzó su formación tocando en una banda militar antes de ingresar a la Real Academia Danesa de Música. Aunque en vida fue más conocido en su país natal, su proyección internacional llegó recién en 1962, cuando Leonard Bernstein grabó su Sinfonía n.º 5 con la Filarmónica de Nueva York. La música de Nielsen combina una profunda raíz popular con una estética moderna: melodías de carácter folclórico, ritmos enérgicos y un uso innovador de la tonalidad progresiva conforman un estilo personal que lo distingue dentro del panorama europeo de comienzos del siglo XX.
Compuesto entre 1917 y 1919, originalmente como música incidental para una producción teatral del Real Teatro de Copenhague, Aladino representa una faceta más ligera y colorida del lenguaje de Nielsen. A pesar del fracaso de su estreno —debido a cortes arbitrarios y a una orquesta relegada al fondo del escenario—, el compositor siguió dirigiendo fragmentos de la obra en concierto, donde obtuvieron gran éxito. La suite se caracteriza por su diversidad expresiva: desde la solemnidad de la Marcha del Festival Oriental hasta la delicadeza soñadora de El sueño de Aladino o el exotismo rítmico de las Danzas hindú y china. La obra culmina con la vibrante Danza negra, de gran energía y vitalidad rítmica, que condensa el espíritu vigoroso y el inconfundible sentido de color orquestal de Nielsen.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
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