Sinfonía fantástica
Orquesta Sinfónica Nacional
Concierto imperdible con una de las obras sinfónicas más trascendentes de la historia del compositor francés Hector Berlioz
Nacida para impresionar a una joven actriz británica (de la cual el compositor se enamoró a primera vista), esta sinfonía presenta un empleo asombroso de los colores posibles que ofrece la Orquesta.
Se contará con la participación del destacado director chileno David del Pino. Además, se interpretará La Arlesiana del –también– compositor francés Georges Bizet.
Programa
Georges Bizet (París, 1838 – Bougival, 1875) |
La Arlesiana, suites n.º 1 y 2 (selección)
Suite n.º 1
Suite n.º 2
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INTERVALO DE 15 MIN. | |
Hector Berlioz (La Côte–Saint–André, 1803 – París, 1869) |
Sinfonía fantástica: Episodio de la vida de un artista, Op. 14
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Dirección: David del Pino Klinge
Edad máxima (inclusive) con acceso gratuito permitido: 4 años
Compositor francés del período romántico, Georges Bizet es recordado principalmente por su ópera Carmen, aún hoy una de las más interpretadas del repertorio. Aunque en vida gozó de un reconocimiento limitado, su música irradia un vigor y una claridad que lo sitúan entre los más notables de su generación. Su talento para la melodía, el color orquestal y el dramatismo lo convirtió en una figura fundamental de la ópera francesa, con una especial sensibilidad para retratar personajes y ambientes a través de la riqueza armónica y la inmediatez expresiva de sus temas.
Compuesta en 1872, L’Arlésienne nació como música incidental para la obra homónima de Alphonse Daudet. La trama cuenta la historia de Jan, un joven campesino enamorado de una muchacha de Arlés; aunque sus padres consienten el matrimonio, un antiguo amante de la joven revela su pasado y presenta cartas que lo prueban. Incapaz de soportar la desdicha, Jan se suicida, mientras la arlesiana nunca aparece en escena. Para esta pieza, Bizet escribió 27 números de música incidental y él mismo seleccionó y orquestó la Suite n.º 1. Tras su muerte, su amigo Ernest Guiraud rescató otros tres movimientos y añadió un número ajeno —el Minueto de la ópera La bella muchacha de Perth— para conformar la Suite n.º 2, estrenada en 1880. Aunque los arreglos son de Guiraud, el material musical procede en gran parte de Bizet, por lo que la obra suele atribuirse al compositor. Gracias a estas suites, la música trascendió el ámbito teatral y se consolidó en el repertorio sinfónico, celebrada por su riqueza melódica, sus contrastes orquestales y su inconfundible poder evocador.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
La imagen del niño prodigio que domina el teclado a temprana edad y es alentado por sus padres a seguir un camino musical no se ajusta a la figura del compositor francés Hector Berlioz. Sus primeras inclinaciones musicales fueron desalentadas por su padre, un prestigioso médico que apenas le permitió tener una formación elemental en guitarra y flauta. Por mandato familiar, ingresa en la escuela de medicina a los dieciocho años, y contra la voluntad de su progenitor decide abandonarla e ingresar al Conservatorio de París en 1826. Solamente pasarían cuatro años para que Berlioz escribiera la obra que redefiniría la música orquestal: la Sinfonía fantástica.
La importancia de esta obra en el repertorio sinfónico radica en la capacidad que tiene su música de salirse de sí misma y ser la expresión de un espíritu auténticamente romántico. Con ella asistimos al inicio de la música programática; no ya de manera descriptiva como lo haría Beethoven en su Sinfonía Pastoral, sino a través de un discurso narrativo cuyas imágenes entran en el terreno de lo psicológico y son representadas con una especificidad sin precedentes.
La obra de Goethe y las sinfonías de Beethoven ciertamente influenciaron la Sinfonía fantástica, sin embargo, el verdadero impulso creativo surge de la obsesión con Harriet Smithson, una actriz irlandesa que interpretó a Ofelia en una representación de Hamlet en París en 1827. Berlioz –quien estaba entre el público– se enamoró instantáneamente (“el drama supremo de mi vida” escribiría en sus Memorias). Sin respuesta ante las incesantes cartas que le enviaba, el compositor genera una ficción en torno a un artista desesperado.
Berlioz describe la sinfonía: “Un artista, dotado de una vívida imaginación, se enamora de una mujer que encarna el ideal de belleza que ha estado persiguiendo por mucho tiempo. En un ataque de desesperación se envenena con opio, pero el narcótico, en vez de matarlo, induce una visión horrible: él, habiendo asesinado a su amada, es condenado a muerte y es testigo de su propia ejecución. Tras su muerte, asiste a su propio funeral rodeado de brujas y demonios. Su amada, ahora vulgar, asiste a la diabólica asamblea”.
Precursora del poema sinfónico, la Sinfonía fantástica extiende la estructura de la forma sinfónica, así como su masa instrumental. La unidad es lograda a través de una idea fija que representa a la amada; un tema melódico que sufre transformaciones a lo largo de toda la obra, de acuerdo a la intención de cada movimiento. Berlioz logra que las ideas y la música resulten verdaderamente inseparables.
Texto: Felipe Ortiz Verissimo
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