El tiempo que queda

Desde los 20 años, viví bastante lejos de mi mamá. Salvo en ocasiones especiales, nos veíamos una o dos veces al año. “Los años no pasan solos“, las dos envejecimos… se hizo tangible la existencia efímera. En sus dos últimos años, pasé varias veces largas temporadas con ella. Como soy cineasta y sabía que no me quedaba mucho tiempo con mamá, de vez en cuando la filmaba, cómo vivía, cómo se movía, lo que aún hacía, tareas que cada vez eran menos y más lentas, nuestras conversaciones, que se fueron apagando con su silencio -para siempre. Meses después de su muerte, miré lo que había filmado y decidí montarlo. Para mí, para la familia y las amigas y amigos, y para todas y todos a quienes les pueda interesar.